Heridas de Guerra
Ana Valentina empezó a caminar por su cuenta dos días después de su primer cumpleaños. Ya van dos meses de independencia y autoaprendizaje en eso de los movimientos de traslación, y como resulta obvio de suponer, van dos meses de caídas y aterrizajes, sobre todo en su pompis.
Yo no se si la estadística mundial se ha encargado de recolectar ese tipo de información, pero para que los lectores tengan una idea de lo que hablo, y se entienda el título de esta nota, debo decir que en diez minutos de caminata, un bebé aterriza unas 6 veces mas o menos. Si contamos que normalmente a esta edad pasan despiertos como 12 horas al día, y de ellas pasa como 9 caminando, tenemos que en un día normal se va a caer o va a aterrizar unas 320 veces en números redondos. Eso no es grave per se, pero un estudio mas detallado, nos indica que de cada 30 veces que se cae, una es una caída fuerte, es decir que se caerá fuerte, con dolor, llanto y lágrimas incluidas, unas 10 veces al día. De esas, se llevará un golpe realmente fuerte, con moretones, hinchazones y Heridas de Guerra, una de cada 20 caídas fuertes.
Es decir que cada día por medio, un bebé adquiere un nuevo morado en su cuerpo, algo que es inevitable, pero como padres debemos entender que es parte del proceso de aprendizaje.
Por supuesto no todo es tan nefasto, las estadísticas mostradas van mejorando, es decir que los números de caídas disminuyen, las caídas fuertes se hacen menos frecuentes y las Heridas de Guerra también disminuyen, pero eso viene con el tiempo y con la práctica.
A qué viene todo esto? Bueno, que estos últimos días Anita ha juntado varias Heridas de Guerra, nada realmente preocupante, pero en algunos casos notorio y triste. Se ha caído de la cama al intentar bajarse o porque se pone muy al borde y cualquier movimiento la lleva al piso, pisa algún papel o zapato, se tropieza y cae golpeándose contra algo. Ya rodó por la escalera, un peldaño, pero igual cuenta, se ha llevado por el medio la mesa, una pared, sillas y cualquier mueble que tenga un extremo a la altura de su cabecita. En fin, insisto en que no hay nada de que preocuparse, ella llora un rato, exige brazos y se le pasa, luego vuelve a lo mismo, a caminar sin fijarse por donde pone los pies…
Lo que si nos preocupa es que Anita camina como si el mundo se tuviera que adaptar a sus pasos, ella cree que los muebles, la escalera, el perrito y cualquier cosa que haya en la casa se va a quitar de su camino. Si uno la lleva de la mano se siente todopoderosa y camina sin ver, se lanza por la escalera aunque al segundo paso quede colgando del brazo de papá, a veces uno tiene que ir quitando juguetes, muebles, a Noopy para que no se los lleve por el medio. Tiene alma de gerente, las cosas hay que hacerlas como ella quiere, y si no se lleva a todos por el medio… suena medio déspota la niña, no? Pero bueno, todo sea por verla feliz y por evitarle golpes innecesarios.
Estamos mas que seguros que no vamos a protegerla por siempre, que esas heridas de guerra son inevitables, a veces hasta necesarias para que aprenda. Por ejemplo debe aprender a no ponerse a jugar en la esquinita de la cama, a que la escalera hay que bajarla con cuidado, a que no puede andar pisando cuanto papel o juguete haya en el piso, y así, la lista es larga…
Hablando del perrito, Noopy, nos ha resultado muy grato ver cómo ha mejorado tanto esa relación. Noopy siempre ha respetado a Ana, al punto de protegerla de propios y extraños. Al principio, con Anita recién nacida, Noopy era extremadamente celoso, asegurándose que nadie de la familia se le acercara a la niña, incluso gruñía y ladraba a los que la cargaban. Tristemente, Noopy pasó a un segundo nivel debido a la atención que reclamaba Anita (imagínense donde me deja eso a mi, yo que ya estaba detrás del perro…), pero él nunca se quejó, aunque andaba triste, se le notaba que sabía que era un mal necesario. Ahora, ya un año después ellos han aprendido a llevarse bien. Aunque Ana perseguía a Noopy con su andadera antes de empezar a caminar, aunque lo hiciera sufrir cuando gateaba y aunque ahora lo pise porque no ve donde pone sus piecitos, sabemos que ellos se quieren. Varias veces hemos visto a Ana hacerle cariños a Noopy, por su cuenta, sin que nadie le diga nada. Por su parte, Noopy la tolera totalmente, le perdona que lo pise y no le dice absolutamente nada si ella le quita la comida de la boca, ellos están empezando a ser buenos camaradas. Es una relación muy bonita, y eso que nosotros siempre tuvimos un poco de temor que una de las heridas de guerra se la ocasionara Noopy ya harto de ser pisado.
En fin, Ana ya lleva varios golpes, le faltan muchos mas. Mas adelante vendrán los golpes en el alma, pero de esos es más difícil protegerla.
Saludos
Alv
1 comentario:
Y deja que aprenda a montar bicicleta, je, je. Tranquilo, a esa edad son un poco de hule. En algún momento empezará a llorar más por llamar la atención que por el dolor del golpe. Tampoco es que la vas a dejar correr sola por una bajada de canto rodado. ¡Ah, la dificultad de equilibrar el "cuidarla" y el "dejarla aprender"!
Un abrazo.
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